Hay que madrugar demasiado para entrenar en verano

El calor es lo que he convertido en mi excusa principal para entrenar bien poco durante este verano. Sí, excusa barata porque entrenar en verano es posible pero hay que madrugar mucho para aprovechar el fresquito de la mañana, pero no es fácil. Otras excusas han sido la misma dinámica de las vacaciones y la falta de objetivos. Todo muy estival ya que muchos triatletas aficionados aprovechamos estas semanas veraniegas para hacer el vago a pesar de nuestra consciencia que nos dice lo contrario.

El anochecer es otro de los momentos que los que podría salir pero las temperaturas son más altas que por la mañana. Cuando ves al Lorenzo picar a las 19:00 de boca en toda la ventana de tu habitación voy a la nevera a por algo fresco y me pongo frente al ventilador. Eso hago.

Así que lo poco que he entrenado durante este julio y agosto ha sido debido a los madrugones movidos por la fuerza de voluntad. Junio fue un mes de récord en horas entrenadas y con esos réditos he vivido durante el verano para limpiar el típico malestar por no correr, nadar o pedalear; eso y que en todo el verano y a pesar de todo tan solo he ganado un quilo y medio.

Lo bueno es que después me pongo a hacer balance deportivo, miro mi rendimiento y siempre llego a la conclusión consoladora de que “no estamos tan mal”.

Ahora que llega el nuevo curso llega de nuevo el momento de los buenos propósitos, como lo de escribir más a menudo en este blog y darle un par de vueltas. Lo cual, casi seguramente, volverá a ser un nuevo buen propósito de aquí a doce meses.

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