Subida en bici a Montserrat, superando la centena

Arriba había bastante niebla

Esta semana pasada fue rara. Desde el sábado 29 no entrenaba porque me había reaparecido mi típico dolor de espalda, los rescoldos de la protusión discal. Aproveché que tenía hora para el fisio el mismo viernes para descansar una semana entera y darme un buen masaje reparador. Así que el sábado quedé con algunos compañeros de club y nos fuimos dirección a Montserrat.

Mi propósito en un principio no era subir al monasterio sino quedarme abajo y sumando el camino de vuelta poder sumar 100 kilómetros de bici como hacía muchísimos meses que no sumaba. Entre el pinchazo de uno y pinchazo de otro mi declaración de intenciones quedó patente cuando saqué un gel y me lo comí. Miré hacia la niebla y empezamos a subir los 11 kilómetros que nos separaban de la cima. 
Se me hizo duro pero valió la pena para aportarme una dosis extra de confianza que me hacía falta después de una semana de reposo. Tirando barreras psicológicas y predisponiendo el cuerpo y la mente para esfuerzos similares en el futuro. Al final llegué a casa con la batería baja, tanto que no podía grabar ni un vídeo. Menos mal que llevé un par de geles y barritas…
Vamos sumando pequeños hitos y deseando cada día que la cosa no se tuerza. Sí que es verdad que contra más tiempo siga sin torcerse más se integra todo en el día a día y más fácil es seguir por este camino.
Por cierto, la última vez que subí a Montserrat en bici fue en mayo de 2012, poco antes de mi segundo triatlón en distancia Ironman del ExtremeMan.

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