Lo que sentía cuando veía entrenar y estaba lesionado

En pleno apogeo de mi lesión, cuando conducía el coche y me cruzaba con alguien que estaba entrenando la carrera sentía mucha envidia. Me decía a mi mismo, “mira, corren. Ellos pueden y a mi me duele”. Y recordaba cuando yo era capaz de hacer eso, de correr como ellos. Me preguntaba si algún día volvería para mejorarlo. Cuánto tiempo más iba a tener que esperar para poder recuperarme y correr de nuevo con total tranquilidad. Volver a demostrarme que tengo la fuerza de voluntad, la constancia y la organización para volver a ser triatleta.
Hoy he vuelto a salir. He encajado en un larguísimo y ajatreado día 32 minutos de carrera. Y mientras corría, disfrutaba de mis pulsaciones, de mi respiración entrecortada y del sudor empapándome la ropa; pero sobretodo me acordaba de cuando conducía y los veía a ellos y a ellas y nada de esto era posible hacerlo sin dolor. No me olvido de lo cerca que estamos siempre de dejar de sentirnos vivos gracias a la ausencia de ese dolor que me atormentaba el ánimo. Cuando estamos bien lo olvidamos rápido -quizás vuelva a hacerlo-, pero hay entrenos en los que es necesario dar las gracias al acabar por poder sentir lo que he sentido hoy cuando he llegado a casa pensando en cómo será la siguente sesión y en poder escribir esta entrada.

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